Los pensionados por renta vitalicia –gran parte analfabetos financieros, como el resto de la población– no tienen idea de cuánto les debe su CSV. Confían, tal como se les vendió la pomada, que tendrán un pago seguro hasta que se mueran. Por algo eligieron esa opción y no el retiro programado. Lo que no saben es que quien les prometió esa renta tiene menos solvencia que quien escribe esta columna.
Las tasas no paran de bajar, y con ello también cae el monto de pensión de los jubilados. Lo que también desciende es el atractivo que tiene vender renta vitalicia. Incluso algunas compañías de seguros de vida han tenido que hacer aumento de capital para mantener la solvencia, otras han optado por hacer menos ofertas.